El poder de la palabra es algo bastante ignorado en nuestras vidas y en lo que creo que deberíamos enfocarnos más.
Pienso sinceramente que no somos conscientes del verdadero poder del lenguaje, de la importancia de las palabras que expresamos y de la infinidad de cosas que podríamos conseguir si hiciéramos un uso correcto y creativo del vocabulario que usamos.
Y esto viene de lejos, porque el poder del lenguaje ha sido puesto de manifiesto desde antiguo por infinidad de tradiciones.
En el Evangelio de San Juan ya se dice que en el principio era el verbo, y en la tradición egipcia, según acabo de leer en un libro sobre el antiguo Egipto, existía el mito de que Ptah creó el mundo “concibiéndolo en su corazón y confiriéndole vida con la articulación de la palabra o nombrando cada uno de los elementos que conformaban ese mundo y sus moradores”.
Fíjate ahí ya en el poder creador del lenguaje…
En muchas corrientes psicológicas también se dice que para sanar una emoción lo primero es darle nombre, identificarla y nombrarla, por lo que seguimos en los mismo: el poder de la palabra…
¿El poder de la palabra?
Sí, aunque entiendo que creas que no es para tanto porque, a fin de cuentas, las palabras se las lleva el viento, ¿no es así?
Sin embargo, yo te propongo algo.
Acércate a alguien y dile “Eres un completo imbécil”.
¿Qué cara se le queda?
Ahora acércate a alguien de tu entorno y dile: “Muchas veces te recuerdo y pienso en lo importante que eres en mi vida. Te agradezco de corazón que estés ahí”.
Y observa su reacción.
¿Por qué son esas reacciones tan intensas, y tan duraderas, tan profundas, si a fin de cuentas a las palabras se las lleva el viento?
No sólo eso, sino que se han hecho experimentos al hablarle al agua o a las plantas y los resultados son increíbles.
La palabra y el lenguaje son el aspecto creador del mundo
Fíjate por un momento y sígueme, por favor, en este razonamiento.
Todo empieza en la mente, de hecho todo es mente porque todo sale de la mente, es una extensión de la misma. Si algo no es concebido, en primer lugar, por la mente, no va a tener existencia.
Cualquier cosa que hayas creado o hecho ha comenzado por un pensamiento. Si no lo piensas, nunca va a existir, si no comienzas por pensarlo, nunca tendrá realidad.
Pero una vez que lo has pensado, el primer paso de materialización en el mundo físico es a través de la palabra, de ahí el poder de la palabra, porque la palabra crea en el mundo físico lo que has pensado previamente.
Si piensas “me apetece un helado”, hasta que no vas al quiosco y dices “por favor, un helado de vainilla”, el helado no viene a ti, no se materializa en tu mundo físico.
Si estás de compras y ves un vestido precioso no basta con que pienses “¡Qué vestido tan bonito!”; hasta que no te dirijas al dependiente no iniciaras el camino para hacerte con la preciada prenda.
Si has ideado un proyecto y necesitas inversores, hasta que no te dirijas a ellos y les cuentes (de palabra o por escrito) las maravillas de lo que quieres hacer, no vas a recibir un euro.
Por lo tanto, sin lenguaje no hay creación, de ahí el poder del lenguaje o el poder de la palabra.
A pesar de eso, no prestamos atención a los términos exactos que salen de nuestra boca. La abrimos y dejamos salir lo primero que nos viene.
En este post quiero darte una serie de consejos acerca de lo que podrías hacer o evitar con el lenguaje. Porque lo que decimos crea, y además, lo que decimos tiene un fuerte impacto en nuestro subconsciente.
El poder de la palabra en claves concretas
He aquí mis consejos. Para mí son recomendaciones muy sencillas, pero muy importantes, con resultados palpables y reales, no tan solo mera especulación, filosofía o frases bonitas de las que seguro encuentras en algún libro.
Elimina tacos, palabrotas o términos malsonantes
Esto es tan simple que no necesita explicación. Cuando utilizas esos términos introduces una vibración negativa en el ambiente y lo enrareces.
Por el contrario, si practicas la amabilidad, notarás las consecuencias adversas. Observa a la gente cuando le dices “que tengas un buen día”.
Elimina juicios o valoraciones
Como vivimos en el mundo de la dualidad, siempre estamos con que esto es bueno o malo, éste es guapo o feo, aquello parece esto o lo otro…
Siempre estamos calificando y juzgando.
En el reino de la conciencia, en el reino del ser, que es el reino real en el que estamos, el mundo real en el que, parafraseando, nos movemos, vivimos y existimos, no hay polaridad, las cosas simplemente son. Cuando juzgamos, nos posicionamos en un lado de la existencia y no abarcamos (o nos perdemos) la totalidad de la misma.
Al eliminar el juicio, moramos en el espacio en el que todo, simplemente, tiene cabida y una función determinada, la veamos o no y nos guste o no. Pero que está ahí y tiene su papel.
Elimina la queja y la crítica
Elimina verbalizar lo que no te gusta. Pero maticemos.
No digo que te engañes. No digo que, si hace frío, digas “qué día tan maravilloso”, o si la película es un rollo digas “¡Cómo me ha encantado!”.
Evidentemente en el mundo va a haber cosas que te gusten y cosas que no, eso no se puede evitar, ni te puedes engañar. Lo único que digo es que no verbalices, ni critiques, ni te quejes por lo que no te gusta, es decir que no salga de tu boca.
Prueba a estar un día haciendo esa práctica y verás los resultados. Va a ser asombroso, porque verás que te falta una parte de ti, y ahí te harás consciente de hasta qué punto tenemos todos arraigadas en nuestro ser la queja y la crítica. Y te digo: sin queja ni crítica, el mundo adquiere una tonalidad diferente.
No digas lo que no quieres, sino lo que quieres
Estamos tan enfocados en lo negativo que lo primero que viene a nuestra boca no es lo que deseamos, sino lo que queremos evitar.
Fíjate en expresiones tan recurrentes como:
-
- No quiero pasar más por esto
- Esto no lo voy a permitir
- Tengo que acabar ya con esta situación
- No quiero tener más trabajos de este tipo
Nos enfocamos continuamente en lo que no queremos, en lo que queremos evitar, y no en lo que sí queremos.
Aprende, a partir de ahora, si ese es tu deseo, a no decir “no quiero trabajar más así”, sino “a partir de este momento voy a trabajar de esta forma”.
Y en general, si puedes, elimina la palabra “no”.
Esto es muy importante cuando te diriges a los niños. Pensarás que a los niños hay que decirles “no” de vez en cuando, y entiendo ese razonamiento, pero no es que haya que decirles “no” de vez en cuando, es que hay que ponerles límites y eso se puede hacer perfectamente sin emplear el término “no”.
Ejemplo: el niño se está subiendo a la mesa. Lo que todo el mundo dice: “cariño, no te subas a la mesa”. Lo que puedes decir: “cariño, si te subes ahí puedes caerte, ven, bájate”.
Ejemplo: el niño se está peleando con otro. Lo que todo el mundo dice: “¡Pero bueno, no os peleéis!”. Lo que puedes decir: “Cariño, pero, ¿qué haces?, ven aquí, ¿tú crees que eso está bien?”.
Es muy nocivo inculcar en el inconsciente de los niños la palabra no, no, no, no… Les estás preparando para una vida de limitaciones y barreras. Y puedes poner tus límites perfectamente haciendo un uso creativo y más respetuoso del lenguaje. De esta forma les enseñarás, sin apenas proponértelo, cómo usar el poder de la palabra. Para eso, ¿qué hace falta? Conciencia. Darte cuenta en cada momento de lo que sale de tu boca.
Decreta y ponte a ello, pero no pidas ni supliques
El poder de la palabra significa que el lenguaje es creador.
Por eso, cuando te dirijas a hacer algo, o estés visualizando algo, confía en tu poder interior y no “supliques” que se te conceda lo que pides. De hecho, no pidas, decreta. Tú, por tu soberana voluntad, por tu poder interior, por tu poder creador como ser divino que eres (Dios es creador), decretas que esa es tu voluntad y te pones en marcha hacia ella.
Parece muy bonito decir: pido al universo, pido a los Ángeles, me gustaría que se me concediera esto… Pero eso es delegar tu poder, es encomendar a otros, a algo fuera de ti, que se cumpla lo que quieres. No pidas, no supliques, decreta. Es tu poder y tu voluntad como ser divino que eres. Eso no significa que no puedas pedir ayuda. Ayuda sí, pero para hacer algo que es tu responsabilidad hacer, no para encargar a otro u otros el pedido.
Y lo más maravilloso del poder de la palabra es que puedes experimentarlo cada día…
Es decir, ésta no es una práctica espiritual (espiritual, sí) para la que tengas que retirarte en silencio a algún lugar que reúna los requisitos. O para la que necesites el consentimiento de alguien, o para la que tengas que desembolsar dinero, o para la que tengas que apuntarte a algún curso.
Ésta es una práctica espiritual (espiritual, sí, todo es espíritu, no hay nada que no sea espíritu) que puedes llevar a cabo en cualquier momento de tu día a día.
¿Qué es lo que necesitas?
Tan solo algo muy sencillo.
Estar consciente. Estar consciente en cada momento, darte cuenta a cada momento de cada palabra que sale de tu boca y pensar, antes de permitirle salir, si quieres que salga o no. A fin de cuentas, tu eres el dueño de tu cuerpo y de tu boca, y por tu boca sale lo que tú quieres.
Y recuerda la importancia de todo esto en relación con los niños.
A los niños no necesitas enseñarles a hablar bien. Basta con que tú hables bien y utilices el lenguaje de forma creadora y empoderadora. Ellos, sin más, lo van a percibir y te van a emular. Los niños aprenden por imitación, no porque les sueltes un sermón o porque, peor aún, les obligues a hacer o no hacer algo. Así que ya sabes, si quieres criar niños creativos, empoderados, libres y soberanos, practica el poder de la palabra, el poder del lenguaje en tu día a día.
Si quieres seguir leyendo sobre este tema, te recomiendo este artículo: Los 4 niveles de creación a través del pensamiento y el lenguaje.
Espero que te haya gustado este artículo. Si es así, ¿lo compartirías, por favor? Muchas gracias 🙂.
Hola Agustín como has estado.
En algún lado escuché que la gente te recuerda por lo que les hiciste sentir y muchas veces ese recuerdo llega por una palabra o unas sencillas palabras que salgan de tu boca y que pueden marcar como un sello el alma de la otra persona, tanto para bien como para mal.
Por lo que hay que tener cuidado con las palabras que nos decimos a nosotros mismos también.
Saludos mexicanos
Hola Julián, sí, claro, hay que tener cuidado con las palabras en general, las que dirigimos a otros y las que nos dirigimos a nosotros mismos. Las palabras crean emociones, provocan sentimientos, y esa impronta energética es lo que queda.
Un abrazo.