Cuando uno apuesta por crear su propio negocio, lo normal es darse de alta como autónomo. Esta elección fiscal presenta numerosas ventajas, pero también demasiados inconvenientes. Así, llega un momento en el que ser autónomo supone enfrentarse a numerosos problemas, con trámites increíblemente largos y, sobre todo, una fiscalidad inabarcable.
(Este artículo NO ha sido escrito por mí, sino que es una colaboración externa)
Si tú también has experimentado esta frustración, quizás ha llegado el momento de barajar convertirse en una empresa, ya sea como sociedad limitada o como sociedad anónima. Pero, si desconoces en qué consiste esta trayectoria, aquí te lo contamos.
Diferencias básicas entre los autónomos y las empresas
Aunque creas que es un cambio profundo para tu negocio, la transición de autónomo a empresa tendrá efectos en fiscalidad o responsabilidad, pero tu forma de trabajo seguirá siendo la misma o, incluso, más fácil de ejecutar.
1. Impuestos
Como sabrás, los autónomos presentan el impuesto de IRPF, un gravamen progresivo que aumenta a medida que los ingresos se disparan. Por su parte, las empresas cuentan con el impuesto de sociedades (IS) que, aunque supone un gravamen del 25%, es un tipo fijo. Esto hace que en muchas ocasiones sea preferible la constitución de una sociedad, especialmente en el caso de contar con ingresos elevados.
2. Gestión y servicios complementarios de los bancos
Mientras que los trámites a los que un autónomo está obligado pueden ser calculados y presentados por él mismo (IRPF, IVA o cuota de autónomo), las sociedades precisan de ayuda externa para múltiples tareas, desde la propia constitución empresarial hasta la presentación de cuentas en el Registro Mercantil.
Pero, aunque esta ayuda externa pueda causar pánico a simple vista, lo cierto es que numerosas entidades han facilitado sus servicios y trámites con los años. Por ejemplo, Qonto permite delegar las gestiones de creación de empresa para que te olvides de este engorroso paso intermedio. Además, si prefieres seguir siendo autónomo, puede optar por la creación de una cuenta orientada 100% a pymes y autónomos, gracias a la cual controlarás todos tus gastos.
3. Capital para la constitución
A diferencia del alta como autónomo, la formación de una empresa implica unos gastos para su constitución. En el caso de la sociedad limitada, se precisa un capital inicial de 3.000 €. Las sociedades anónimas, por su parte, son algo más costosas, ya que es obligatorio contar con una cantidad de 60.000 €. No obstante, cada una de estas formas mercantiles presenta diversas ventajas.
4. Responsabilidad jurídica
Por responsabilidad jurídica se entiende la respuesta del autónomo o empresario ante ciertas pérdidas o deudas. Una vez entendido este concepto, es importante tener presente que la responsabilidad jurídica es una de las principales razones por las que numerosos autónomos se deciden por constituir una sociedad.
Así, mientras que un autónomo responde de manera ilimitada ante ciertos problemas fiscales, es decir, con su patrimonio personal, en la sociedad limitada las pérdidas empresariales son asumidas con el capital de la propia empresa, sin entrar en la situación personal de sus constituyentes.
Como ves, cada una de estas formas jurídicas tiene ventajas y desventajas. No obstante, si estás pensando en dar el paso a empresa, no te asustes. Como hemos comentado, en la actualidad numerosas entidades han unificado los pasos y llevan a cabo todas las gestiones para facilitar el trabajo a los empresarios.
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Este paso es importante y marcará nuestras vidas para siempre. Saber hacerlo y conocer el momento en el cual hacerlo es de vital importancia.