Hoy voy a hablar de una de las prácticas espirituales más poderosas que conozco: la respiración consciente.
Quizá te sorprenda que califique de práctica espiritual a algo que consiste, en esencia, en respirar, es decir, que se trata de una función corporal. Pero si te fijas, estamos ante algo que nos une a todos los seres vivos (hombres, mujeres, animales y plantas) y que nos mantiene con vida, que nos permite permanecer en la creación. ¿No te parece eso lo suficientemente espiritual? Lo que nos une, nos da vida y nos mantiene a todos…
¿Respiras o te respiran?
El ser humano respira, pero respira de modo automático, inconsciente, como hace la mayoría de las cosas. Todos respiramos, sí, pero no nos damos cuenta de que respiramos. Lo hacemos al hilo que realizamos cualquier otra actividad.
Por eso yo me pregunto: ¿respiramos o nos respiran?
Porque date cuenta: tú no respiras, sino que algo o alguien respira en ti. Si tú respiraras lo harías cada vez que quisieras, y sin embargo no es así, respiras todo el tiempo, lo quieras o no. Por eso, no eres dueño de tu respiración y por eso, más que respirar, concluyo en que algo o alguien respira en nosotros, hace que se produzca la respiración, es el verdadero artífice de la misma.
La respiración, por tanto, no es algo que hagamos voluntariamente, sino algo que sucede, que acontece, que tiene lugar en nuestro cuerpo, nos demos cuenta o no.
Eso es la respiración, y de lo que hoy quiero hablar es de la respiración consciente, que es…
La respiración consciente es la práctica consistente en respirar de modo consciente, es decir en respirar dándote cuenta de que estás respirando, teniendo la conciencia puesta en la respiración, fijándote en ella.
¿Hace falta algún requisito previo o condición para practicar la respiración consciente?
En absoluto. Todos somos humanos, todos respiramos y todos tenemos conciencia, luego todos podemos realizar esta práctica.
La puedes llevar a cabo en cualquier lugar y momento del día. No hace falta que te dispongas formalmente a ello; si estás en el tren, en una cola, esperando a alguien… puedes hacerlo.
No hace falta que le dediques un mínimo de tiempo. Sea cual sea, está genial, aunque cuanto más practiques evidentemente será mejor para ti.
Y no hace falta adoptar ninguna postura determinada. Puedes practicarla de pie, sentado, tumbado…
En definitiva, no hay excusas, si quieres, puedes.
¿Cómo se practica la respiración consciente?
Es muy sencillo, tan solo tienes que fijar tu conciencia en la respiración, es decir tan solo tienes que darte cuenta de que estás respirando.
Respires como respires, está bien.
No se trata de dirigir la respiración o de respirar de determinada forma. No te voy a decir que inspires por aquí y expires por allá, que las respiraciones que hagas sean cortas o largas, profundas o superficiales… Insisto: no se trata de respirar de determinada forma, se trata de ver, de observar cómo respiras, sin más.
Por tanto, respires como respires, está genial. Tú solo tienes que observar el proceso, acompañar a la respiración, darte cuenta de por dónde sale y por dónde entra, de si es constante o se entrecorta, de si llega muy al fondo de tu cuerpo o no, etc.
Al igual que existen meditaciones guiadas, soy consciente de que existen ejercicios de respiración consciente guiada, pero para mí eso es un completo contrasentido. Casi diría que es una aberración. Nadie te puede guiar la respiración. La respiración es un proceso autónomo, independiente, sumamente sabio, que tiene lugar en tu cuerpo sin más, y cuando la diriges (o peor aún, ¡te la dirigen!) estás dando cabida a que tu pequeño ego (¡o el ego de alguien!) interfiera en un proceso que es infinitamente más inteligente que tú. Por lo tanto, deja la mente aparte y simplemente observa la magia del proceso.
¿Qué puede ocurrir durante la práctica?
Muchas cosas o ninguna.
Puedes sentir el deseo de emitir algún sonido (bostezos, por ejemplo) o de mover determinada parte del cuerpo (las manos, por ejemplo).
Puedes descubrir lugares ignotos a los que llega la respiración en tu cuerpo, puedes observar el lugar externo a ti en el que se pierde cuando expiras…
Puedes descubrir que la respiración, por sí sola, sin intervención tuya, se acelera o tiene lugar de distintas formas (abdominal, torácica, de fuelle…).
Puedes experimentar que en determinados momentos la respiración se detiene…
Puedes tener alguna revelación o momento de inspiración. También puedes aburrirte…
Ocurra lo que ocurra está bien, no debes forzarlo, ni buscarlo, ni provocarlo, no es el objetivo, el objetivo es darte cuenta de cómo respiras.
Y llegados aquí quizá te preguntes: bueno, pero… ¿ qué gano yo haciendo esto?
Beneficios de esta práctica
Respirar aporta oxígeno a las células y beneficios al cuerpo. Cuando lo haces de forma consciente, la conciencia aporta un plus de luz y sanación al proceso, porque la conciencia es luz y la conciencia es sanadora.
Al observar la respiración pasas a enfocarte en algo, y ese enfoque te mantiene alejado de la mente y del diálogo interno. Respirar conscientemente, por tanto, te permite experimentar el silencio interior, que es el silencio de la mente, la ausencia de pensamientos.
La respiración es lo más inmediato al cuerpo. Cuando te centras en ella, te centras en el cuerpo y eso te hace anclarte en el momento presente, incrementar, en general, tu nivel de conciencia, y permitirte de esta forma acumular conciencia de ser. Estoy aquí, estoy en este lugar, este es mi cuerpo, estoy respirando y, por tanto, soy consciente de ser, soy consciente de que soy.
Al margen de lo anterior, son numerosas las corrientes espirituales que afirman que toda iluminación y todo despertar pasa por habitar plenamente el cuerpo, y para eso debes ser consciente de él y de lo que respira en él.
Finalmente, y aunque no lo creas, esta práctica hará que todo te salga mejor, y cuanto más la lleves a cabo, mejor te saldrán las cosas. Y aquí me refiero a aspectos prácticos de la vida: la resolución de un problema, la gestión del tiempo, la consecución de algo…
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Mi caso concreto
Desde hace años vengo oyendo hablar de esta práctica espiritual y, sinceramente, al principio no le hacía mucho caso.
De un tiempo a esta parte, cansado de que la vida constantemente me mostrara a cada paso signos o señales relacionados con la respiración consciente, la llevo a cabo y no puedo estar más satisfecho.
Me da igual donde esté: siempre hay algo en mí que me recuerda: respira conscientemente, y me pongo a ello. Puedo estar en un medio de transporte, en meditación, esperando en una cola… Esté donde esté, el espíritu me recuerda: respira, estate consciente, hazte presente… y lo hago.
Lo hago porque yo no soy yo, soy un canal del espíritu y presto mi cuerpo para que se manifieste. La conciencia, el espíritu, a través de mí se hace presente en este plano.
¿Qué consigo? Infinidad de cosas: paz, calma, bienestar físico, aumento de conciencia y capacidad perceptiva, y que las cosas me salgan bien.
Me salen bien porque me conecto con la vida, con el espíritu, con la conciencia, y me hago uno con ellos.
Si quieres que me ponga más místico, me conecto con Dios, y ahí… pues imagínate, ¿qué de malo puede pasar?
No somos conscientes del potencial de la respiración y de la conciencia puesta en ella. Te invito a experimentarlo y a descubrirlo.
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